jueves, 18 de julio de 2013

El ejercicio solo puede ayudar a las personas que sufren de diabetes tipo 2


Un estudio halló que ayudaba incluso aunque no se hicieran otros cambios en el estilo de vida

Robert Preidt
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MARTES, 25 de junio (HealthDay News) -- El ejercicio beneficia a las personas que sufren de diabetes tipo 2 aunque no hagan ningún otro cambio en el estilo de vida ni en la dieta, muestra un estudio reciente.
Investigadores holandeses realizaron IRM de doce pacientes de diabetes antes y después de seis meses de ejercicio de intensidad moderada. Cada semana los participantes, que tenían una edad promedio de 46 años, hacían entre tres y seis horas y medio de ejercicio en dos sesiones de ejercicio de aguante y dos sesiones de ejercicio de resistencia.
El programa de ejercicio de seis meses terminó con una expedición de excursionismo de doce días, según el estudio que aparece en la edición en línea de la revista Radiology.
No hubo cambios en la función cardiaca de los participantes al final del programa de ejercicio. Pero sí tuvieron reducciones significativas en la cantidad de grasa abdominal, en el hígado y alrededor del corazón. Se ha mostrado que todo eso se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiacas.
"En el estudio actual, observamos que la segunda capa de grasa que rodea al corazón (la grasa pericárdica) se comportaba de forma similar en respuesta al entrenamiento de ejercicio que la grasa intraadbominal, o visceral. El contenido de grasa del hígado también se redujo sustancialmente tras el ejercicio", señaló en un comunicado de prensa de la revista el autor principal del estudio, el Dr. Hildo Lamb, del Centro Médico de la Universidad de Leiden en los Países Bajos.
Dijo que esas reducciones en la grasa en el hígado relacionadas con el ejercicio son particularmente importantes para las personas con diabetes tipo 2, muchas de las cuales tienen sobrepeso o son obesas.
"El hígado desempeña un rol central en la regulación de la distribución de la grasa total en el cuerpo", señaló Lamb. "Por tanto, la reducción del contenido de grasa del hígado y del volumen de grasa visceral mediante el ejercicio físico es muy importante para revertir los efectos nocivos de la acumulación de los lípidos en otros lugares, como el corazón y las paredes de los vasos arteriales".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Radiology, news release, June 25, 2013
HealthDay

La combinación de dieta y ejercicio no reduce los riesgos cardiacos en los pacientes de diabetes tipo 2


Pero un estudio de pacientes con sobrepeso halló que los cambios en el estilo de vida podrían prevenir complicaciones como la insuficiencia renal y los daños oculares

Imagen de noticias HealthDay

LUNES, 24 de junio (HealthDay News) -- La pérdida de peso obtenida a través de la dieta y el ejercicio no parece reducir el riesgo de problemas cardiacos entre las personas con diabetes, halla un estudio reciente.
Desde hace tiempo los cambios en el estilo de vida son el fundamento del tratamiento de la diabetes tipo 2. Los médicos aconsejan a los pacientes que coman con cuidado y que se mantengan activos para ayudar a controlar la glucemia y reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo, que incluyen un riesgo de al menos el doble de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares (ACV).
Pero el nuevo estudio, que aparece en la edición en línea del 24 de junio de la revista New England Journal of Medicine, sugiere que los beneficios de la dieta y del ejercicio podrían ser más limitados de lo que se pensaba.
Aún así, los investigadores señalan que las personas con diabetes no deben darse por vencidos en sus esfuerzos por comer menos y moverse más. Unos hallazgos adicionales del estudio, que está siendo presentado en la reunión de la Asociación Americana de la Diabetes (American Diabetes Association), en Chicago, muestran que los cambios en el estilo de vida podrían tener beneficios más allá del corazón, e incluir una reducción en los riesgos de insuficiencia renal y el daño ocular que puede provocar ceguera.
Para el ensayo, los investigadores dividieron a más de 5,000 adultos con diabetes tipo 2 en dos grupos. Se asignó al primer grupo a perder peso mediante el ejercicio y la reducción de las calorías. Se les dio una meta de comer entre 1,200 y 1,800 calorías al día, y de realizar al menos 175 minutos de ejercicio de intensidad moderada cada semana.
Para acelerar la pérdida de peso, los participantes utilizaron batidos y barritas de dieta como sustitutos de hasta dos comidas al día. Si no habían perdido el diez por ciento de su peso inicial a los seis meses, también podían tomar el fármaco orlistat, que bloquea la grasa, y que se vende sin receta como Alli, durante un periodo corto.
El otro grupo de comparación se reunía tres veces al año para sesiones grupales de asesoría. Se les dieron lecciones sobre la importancia de usar el ejercicio, la dieta y el respaldo social para ayudar a gestionar la afección.
Todos los participantes tenían sobrepeso, y entre 45 y 75 años de edad. Su peso inicial promedio era de unas 220 libras (100 kilos). La mayoría habían vivido con la diabetes durante al menos cinco años.
Las personas de ambos grupos perdieron peso y la mayoría lograron no recuperarlo.
Pero la pérdida de peso fue modesta. Tras un año, las personas en el grupo de dieta y ejercicio habían perdido alrededor del ocho por ciento de su peso inicial, equivalente a unas 18 libras (8 kilos). Aunque durante los ocho años siguientes recuperaron parte de ese peso, lograron no recuperar una pérdida del seis por ciento, un promedio de alrededor de 14 libras (6.4 kilos). El grupo de comparación perdió unas 10 libras (4.5 kilos) en el estudio, una diferencia de alrededor del 2.5 por ciento entre ambos grupos.
Pero el grupo que comió menos y se movió más sufrió la misma cantidad de ataques cardiacos, ACV, muertes relacionadas con el corazón y hospitalizaciones por dolor de pecho que el grupo de comparación.
Los resultados fueron tan similares entre ambos grupos que el otoño anterior los investigadores detuvieron el ensayo unos cuatro años antes de lo que planificaron originalmente, debido a su "futilidad".
Los investigadores dijeron que podría haber varios motivos de que no vieran una diferencia en los problemas cardiacos entre los dos grupos. Uno fue la pérdida de peso, relativamente modesta.
"Y quizás no es suficiente para ver esta diferencia", apuntó la autora del estudio, Rena Wing. "Quizás se necesiten unas pérdidas más considerables". Wing es directora del Centro de Investigación del Control del Peso y la Diabetes del Hospital Miriam, afiliado con la Universidad de Brown en Providence, Rhode Island.
Los estudios han mostrado que la cirugía bariátrica, que por lo general conduce a una pérdida de peso más dramática además de cambios significativos en la química metabólica, podría tener unos beneficios más pronunciados para las personas con diabetes, aunque "también conlleva más riesgos", apuntó Wing.
Los participantes del nuevo estudio estaban relativamente sanos cuando comenzó. El nivel promedio de hemoglobina A1C, una medida de qué tan bien controlan los pacientes la glucemia con el tiempo, era de 7.2 en el grupo de cambios en el estilo de vida y de 7.3 en el grupo de control. La meta para la mayoría de personas con diabetes es un nivel de A1C por debajo de 7, apuntó la Dra. Minisha Sood, directora del comité de la diabetes del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York. "Esas personas estaban bastante cerca de su objetivo de A1C", apuntó Sood.
Comentó que la dieta y el ejercicio podrían tener unos beneficios cardiacos más importantes entre los pacientes que no están tan bien controlados.
Además, el grupo de comparación tomó más fármacos para proteger el corazón, sobre todo estatinas para reducir el colesterol, que el grupo de dieta y ejercicio. El grupo de comparación tenía un colesterol LDL o "malo" promedio más bajo durante todo el estudio, lo que podría significar que la dieta y el ejercicio funcionan tan bien como los fármacos que protegen al corazón, no que los cambios en el estilo de vida no funcionen para nada.
De hecho, la tasa de eventos cardiacos dos años después del inicio del estudio fue más baja de lo que los investigadores habían anticipado, llevándoles a ajustar las metas principales del estudio para incluir una medida más controversial de la enfermedad cardiaca, los episodios de dolor en el pecho suficientemente graves como para provocar una hospitalización. Los episodios de dolor en el pecho fueron similares en los dos grupos y podrían haber disminuido la capacidad del estudio de detectar diferencias en los eventos más graves, como los ataques del corazón y los ACV.
Un experto dijo que el hecho de que el estudio se detuviera temprano podría haber afectado los resultados.
"Me parece que el ensayo se detuvo demasiado pronto", comentó el Dr. Frank Sacks, profesor de prevención de las enfermedades cardiovasculares en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Sacks observó el estudio, pero no participó en la investigación. "Esto puede producir una subestimación del efecto del tratamiento".
El mensaje es que quizás la pérdida de peso no sea suficiente para proteger a las personas con diabetes de las enfermedades cardiacas, aunque quizás tenga beneficios importantes que vayan más allá del corazón.
Sin embargo Wing, la autora del estudio, dijo que los investigadores hallaron muchos más motivos por los cuales los médicos deben seguir recomendando la dieta y el ejercicio a sus pacientes. Estos hallazgos no fueron parte de los resultados principales del estudio que apareció en la NEJM, pero fueron presentados en la reunión de la diabetes.
Algunas de las mejoras más importantes se relacionaron con el daño que la diabetes puede provocar en los vasos sanguíneos más pequeños del cuerpo. Esas complicaciones microvasculares de la diabetes pueden dañar a los riñones, lo que con frecuencia conduce a la diálisis, y a la retina del ojo, lo que puede provocar ceguera.
"Una intervención intensiva en el estilo de vida redujo el riesgo de enfermedad renal crónica en un 31 por ciento", señaló Wing. "Tuvimos un efecto muy marcado sobre el desarrollo de la enfermedad renal crónica de alto riesgo. También mostramos un beneficio en términos de la enfermedad ocular reportada por los mismos participantes".
Las personas que realizaron cambios en el estilo de vida también tuvieron una depresión menos grave, y un mejor funcionamiento físico que las personas en el grupo de comparación. Dado que necesitaron menos medicamentos y acudieron al hospital con menos frecuencia que las personas en el grupo de control, ahorraron dinero en su atención médica (unos 600 dólares al año o 5,000 dólares en el transcurso del estudio).
"Eso es bastante notable", aseguró Sood del Hospital Lenox Hill, quien seguirá recomendando cambios en el estilo de vida que conduzcan a perder peso, aunque sus motivos para hacerlo experimentarán un ligero cambio. "Ahora contamos con datos que muestran que la calidad de vida, la depresión y otras complicaciones mejoran".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Rena Wing, Ph.D., professor of psychiatry and human behavior, Alpert Medical School, Brown University, and director, Weight Control and Diabetes Research Center, Miriam Hospital, Providence, R.I.; Frank Sacks, M.D., professor of cardiovascular disease prevention, nutrition department, Harvard School of Public Health, and professor of medicine, Harvard Medical School and Brigham and Women's Hospital, Boston; Minisha Sood, M.D., endocrinologist, Lenox Hill Hospital, New York City; June 24, 2013, New England Journal of Medicine, online
HealthDay

No hay que inmovilizar los esguinces de tobillo de grado I o II: guías EEUU



NUEVA YORK (Reuters Health) - Las nuevas guías estadounidense para tratar y prevenir esguinces de tobillo en atletas recomiendan utilizar antiinflamatorios no esteroides (AINE) inmediatamente después de la lesión, optar por la rehabilitación funcional en lugar de la inmovilización cuando la lesión es de grado I o II y promover el uso de un soporte de tobillo preventivo en deportistas con antecedentes de la lesión.
Estas recomendaciones, que cuentan con evidencia de grado A o B, aparecen en el documento que presentó la Asociación Nacional de Entrenadores (NATA, por su nombre en inglés) en su reunión anual de Las Vegas. Los autores instan a los especialistas a ponerlas en práctica.
Para prevenir las lesiones, los atletas, en especial aquellos con alto riesgo, deberían participar de un programa para reforzar el equilibrio y el control neuromuscular durante tres meses o más.
El control del equilibrio, un ejercicio en el que los atletas se paran sobre un pie, sobre gomaespuma o saltan con un pie en un trampolín, por ejemplo, reduce las lesiones posteriores, lo que posee evidencia de grado A.
Otras recomendaciones son:
- Los test especiales, como los del cajón anterior y el bostezo lateral por inversión, poseen más precisión diagnóstica a los cinco días que a los dos días de la lesión.
- Las Reglas de Ottawa (OAR, por su sigla en inglés) permiten determinar la necesidad de utilizar radiografías.
- Las imágenes por resonancia magnética (IRM) detectan los desgarros agudos del ligamento talofibular anterior y el ligamento calcaneofibular. El ultrasonido diagnóstico es útil, pero sin la precisión y la sensibilidad de las IRM.
- La artrografía y la tenografía no son tan precisas como las IRM y la TC (tomografía computarizada), en especial cuando se realizan 48 horas después de una lesión ligamentosa lateral.
- Luego de un traumatismo agudo, las IRM son altamente sensibles, específicas y precisas para determinar el grado de lesión de los ligamentos sindesmales del tobillo.
- Los esguinces de grado III deberían inmovilizarse durante por lo menos 10 días con un estribo de tobillo rígido o un yeso por debajo de la rodilla, seguido de ejercicios terapéuticos controlados.
- La rehabilitación debería incluir un rango de movilidad amplio, flexibilidad y fortalecimiento de la musculatura alrededor de la lesión.
- El entrenamiento del equilibrio debería incluirse en la rehabilitación y el seguimiento del esguince de tobillo para reducir la tasa de lesiones.
- El rendimiento funcional de la extremidad lesionada deberá ser de por lo menos el 80 por ciento del de la extremidad sana antes de que el paciente pueda retomar su trabajo deportivo.
"Esto reúne toda la evidencia científica disponible", dijo el doctor Phillip Gribble, director del Laboratorio de Investigación del Entrenamiento Atlético de la University of Toledo, en Ohio.
"Este estudio les brinda a los médicos algunas guías sólidas para manejar la lesión más común en todos los deportes. Las lesiones de tobillo son mucho más prevalentes y una carga para la atención de la salud más grande que lo que podría imaginarse", agregó Gribble, que no participó de la redacción de las guías, pero moderó la sesión de la reunión de la NATA en la que fueron presentadas.
La gran frecuencia de los esguinces de tobillo y los avances terapéuticos de las dos últimas décadas promovieron la aparición de estas guías, según comentó el doctor Thomas Kaminski, director de educación en entrenamiento deportivo de la University of Delaware, en Newark, que dirigió la redacción de las recomendaciones.

Las dificultades con las habilidades motoras empeoran los problemas sociales de las personas autista


Afortunadamente, se puede ayudar a los niños a mejorar habilidades como lanzar y atrapar

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LUNES, 8 de julio (HealthDay News) -- Los problemas con las habilidades motoras, como, por ejemplo, para lanzar y atrapar, pueden sumarse a las dificultades sociales a las que se enfrentan los niños con autismo, según un nuevo estudio.
El estudio contó con 35 niños autistas, de 6 a 15 años de edad, a los que se consideraba que tenían un funcionamiento alto y acudían a las clases típicas en la escuela. Los niños se sometieron a pruebas para dos tipos de habilidades motoras: habilidades motoras de control de objetos, que requerían de acciones precisas como atrapar o lanzar, y habilidades de locomoción, como correr o andar.
Los niños que tenían dificultades con las habilidades motoras de control de objetos eran más propensos a tener más problemas graves con las habilidades sociales y de comunicación que a los que les iba mejor con las habilidades motoras de control del objetos, según el estudio, que aparecen en la edición de julio de la revista Adapted Physical Activity Quarterly.
"Gran parte de la atención dedicada al autismo se ha centrado en el desarrollo de las habilidades sociales, y eso es crucial", afirmó la autora principal del estudio, Megan MacDonald, profesora asistente en el Colegio de Salud Pública y Ciencias Humanas de la Universidad Estatal de Oregón, en un comunicado de prensa de la universidad.
"Sin embargo, también sabemos que hay un vínculo entre las habilidades motoras y el autismo, y no se entiende del todo cómo afectan los déficits en estas habilidades físicas al autismo en general", comentó MacDonald, experta en las habilidades del movimiento de los niños con autismo.
En su opinión los hallazgos se añaden al creciente número de pruebas que enfatizan el vínculo entre el autismo y los problemas con las habilidades motoras.
"Algo que parece tan simple como aprender a ir en bicicleta puede ser crucial para un niño con autismo", señaló MacDonald. "Ser capaz de ir en bicicleta significa más independencia y autonomía. Pueden ir con la bicicleta a la tienda de la esquina o a la casa de un amigo. Ese tipo de pequeñas victorias son muy grandes".
La actividad física está relacionada no solo con la salud, sino con las habilidades sociales y el bienestar mental, comentó.
La buena noticia es que las habilidades motoras se pueden enseñar.
"Disponemos de programas e intervenciones que sabemos que funcionan y que tienen un impacto mensurable sobre el desarrollo de las habilidades motoras", indicó MacDonald. "Tenemos que asegurarnos de detectar el problema y ayudar a un niño tan pronto como sea posible".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Oregon State University, news release, July 1, 2013
HealthDay

En Estados Unidos se hace más ejercicio, pero también aumenta la obesidad, según un informe



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MIÉRCOLES, 10 de julio (HealthDay News) -- Aunque los estadounidenses hacen más ejercicio, la epidemia de obesidad continúa expandiéndose, según informan unos investigadores de la Universidad de Washington.
Su estudio realizado durante nueve años de los datos de dos encuestas estadounidenses sugiere que con la actividad física sola no es suficiente para combatir el problema.
"Aunque la actividad física ha aumentado considerablemente en la mayoría de los condados, la obesidad también ha seguido incrementándose en casi todos los condados", afirmó la investigadora principal, Laura Dwyer-Lindgren, del Instituto de Medidas y Evaluación de Salud de la universidad.
El problema de obesidad está directamente relacionado con cuánto comen los estadounidenses, señaló uno de los autores principales, Ali Mokdad, profesor de salud global en el Instituto de Medidas y Evaluación de Salud.
"Los estadounidenses no están controlando suficientemente lo que comen", afirmó. Siguen ingiriendo más energía de la que queman mediante el ejercicio, indicó.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., más de un tercio de los adultos en EE. UU. son obesos, y la obesidad contribuye a que se contraigan enfermedades crónicas graves, a que los costos médicos sean elevados y a una muerte prematura.
"Tenemos que afrontar la realidad de que la obesidad está afectando nuestra salud", señaló Mokdad. "Tenemos que cuidar de nosotros y prestar atención a lo que comemos y a cuánto ejercicio hacemos".
Dese 2001 a 2009, el porcentaje de adultos que cumplen con las recomendaciones sobre la actividad física (150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana) aumentó en la mayoría de los condados de Estados Unidos, informaron los investigadores el 10 de julio en la revista Population Health Metrics.
Pero el porcentaje de adultos considerados obesos también aumentó de manera significativa. "En algunos condados, este aumento superó los 15 puntos de porcentaje", indicó Dwyer-Lindgren.
Había muy poca correlación entre los cambios producidos en la obesidad y los cambios en la actividad física, comentaron los investigadores.
Había grandes diferencias en 2011 entre los condados que lo hacían mejor y los que lo hacían peor. Menos del 20 por ciento de los hombres eran obesos en algunos condados, mientras que en los demás casi la mitad eran obesos, según el informe. Para las mujeres, la brecha era incluso mayor: desde menos del 20 por ciento en algunos lugares hasta casi el 60 por ciento en otros.
La actividad física también mostraba variaciones acusadas, desde aproximadamente un tercio hasta unos tres cuartos, en función del condado, tanto en hombres como en mujeres.
Se observaron grandes incrementos en la actividad física en condados como Kentucky, Georgia y Florida, pero el condado de Lewis de Kentucky también tuvo la mayor subida en la obesidad masculina, desde aproximadamente un 29 por ciento en 2001 hasta alrededor del 45 por ciento en 2009. Entre los estados occidentales hubo algunos de los condados más activos: los residentes del condado de Teton en Wyoming fueron los más activos de todos, ya que casi el 78 por ciento cumplieron con las directrices de ejercicio recomendadas.
Seis de los ocho condados menos activos estaban en Mississippi.
Los aumentos en la actividad física sugieren que muchas comunidades han adoptado con éxito estilos de vida más sanos, probablemente mediante políticas que fomentan la actividad física, afirmó Dwyer-Lindgren.
Vale la pena tener en cuenta cómo estos condados han mejorado los niveles de actividad física de forma tan dramática, añadió Dwyer-Lindgren. El trabajo en el Proyecto de carga global de la enfermedad de la Organización Mundial de la Salud sugiere que 234,000 muertes podrían evitarse mediante más actividad física, señaló Dwyer-Lindgren.
Samantha Heller, nutricionista clínica principal del Centro Médico Langone de la NYU en la ciudad de Nueva York, dijo que no le sorprendía que el ejercicio solo no hubiera rebajado las estadísticas crecientes de obesidad del país.
"La pérdida saludable de peso se consigue comiendo una dieta equilibrada y sana, haciendo ejercicio y controlando las porciones", indicó.
No es que el ejercicio no ayude. "El ejercicio cardiovascular y de resistencia mantiene fuertes los huesos y los músculos, fomenta la potencia cerebral, eleva los niveles de energía, retrasa el reloj del envejecimiento fisiológico [y] reduce el riesgo de enfermedades crónicas", explicó. La actividad física también contribuye a aliviar la ansiedad, a mejorar el control de la glucosa, a gestionar el peso y a mejorar la longevidad, señaló.
"El ejercicio no tiene ningún inconveniente", comentó Heller.
La prevalencia del sobrepeso y la obesidad está en parte generada por un entorno lleno de comida procesada, rápida y basura que está saturada de grasa, azúcar y sodio, y que se comercializa como algo barato y conveniente, afirmó.
Se han dado pasos animando a que se coman alimentos frescos y completos, a que se cocine en casa y se realice actividad física a diario, según Heller. "Pero tenemos que hacer más", añadió.
El equipo de Dwyer-Lindgren usó los datos de unos 34,000 adultos del Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Conductuales, una encuesta telefónica estatal que cubre la mayoría de los condados de Estados Unidos, y de la Encuesta nacional de examen sobre salud y nutrición.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Laura Dwyer-Lindgren, researcher, Institute for Health Metrics and Evaluation, University of Washington, Seattle; Ali Mokdad, Ph.D., professor, global health, Institute for Health Metrics and Evaluation, University of Washington, Seattle; Samantha Heller, M.S., R.D., senior clinical nutritionist, NYU Langone Medical Center, New York City; July 10, 2013, Population Health Metrics
HealthDay

Con respecto al ejercicio semanal, el tiempo tiene mayor importancia que la frecuencia


Los participantes de un estudio tenían el mismo riesgo de enfermedad, sin importar de qué manera se distribuían los 150 minutos de actividad
 

Imagen de noticias HealthDay
VIERNES, 28 de junio (HealthDay News) -- Buenas noticias para los guerreros del fin de semana: la cantidad de veces que se hace ejercicio a la semana no es tan importante como hacer los 150 minutos recomendados de actividad física, según un estudio reciente.
Los investigadores observaron a más de 2,300 canadienses adultos a fin de determinar si la frecuencia con que hacían ejercicio afectaba a su riesgo de diabetes, enfermedades cardiacas y accidente cerebrovascular. Se clasificó a los participantes como frecuentemente activos (de cinco a siete días a la semana) o infrecuentemente activos (de uno a cuatro días a la semana).
Las personas que realizaban 150 minutos de ejercicio en unos pocos días durante la semana no estaban menos sanas que las que se ejercitaban más a menudo, según el estudio publicado en la edición del 20 de junio en la revista Applied Physiology, Nutrition and Metabolism.
"Los hallazgos indican que no importa la manera en que los adultos eligen acumular los 150 minutos semanales de actividad física", afirmó el Dr. Ian Janssen, de la Universidad de la Reina en Kingston, Ontario, en un comunicado de prensa de la revista.
"Por ejemplo, una persona que no realizaba ninguna actividad física de lunes a viernes pero que era activa durante 150 minutos a lo largo del fin de semana obtendría los mismos beneficios de su actividad que alguien que realice 150 minutos de ejercicio físico durante la semana haciendo de 20 a 25 minutos al día", explicó.
"Lo importante es que los adultos deberían realizar al menos 150 minutos de actividad física a la semana en cualquier momento que encaje con su horario", añadió Janssen.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Queen's University, news release, June 20, 2013
HealthDay

Las cintas para correr en casa podrían ayudar a las personas con mala circulación en las pierna


Instan a los médicos a recomendar esa actividad para los pacientes de enfermedad de las arterias que no pueden ir al gimnasio

Robert Preidt
Traducido del inglés: miércoles, 3 de julio, 2013
Imagen de noticias HealthDay MARTES, 2 de julio (HealthDay News) -- Un programa de ejercicio con una cinta para correr en casa mejoró la velocidad y la resistencia al caminar en personas con mala circulación en las piernas, una afección conocida como enfermedad arterial periférica (EAP).
Ese es el hallazgo de un estudio que incluyó a casi 200 pacientes de EAP cuyo cambio en el rendimiento en una caminata de seis minutos se midió en un periodo de seis meses.
Los pacientes del estudio que realizaron el programa de ejercicio de cinta para correr en casa aumentaron su distancia al caminar durante seis minutos casi 150 pies (46 metros), en comparación con una reducción de 36 pies (11 metros) en los pacientes del grupo de "control" que no realizaron el programa de ejercicio.
Los participantes del grupo de ejercicio también mejoraron su tiempo máximo de uso de la cinta en casi un minuto y medio, mientras que el cambio en el grupo de control fue de unos 30 segundos, según la Dra. Mary McDermott, de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Southwestern, y colegas.
Los investigadores determinaron que los pacientes en el programa de ejercicio en cinta para correr tenían alrededor de tres veces más probabilidades de lograr una mejora pequeña y significativa (de 66 pies o 20 metros) en la caminata de seis minutos, y aproximadamente seis veces más probabilidades de lograr una mejora grande y significativa (de 164 pies o 50 metros).
Los pacientes del grupo de ejercicio también mejoraron el tiempo de caminata libre de dolor, y aumentaron sus niveles de actividad física, reportaron los autores del estudio en la edición del 3 de julio de la revista Journal of the American Medical Association.
Aunque el ejercicio en la cinta para correr parece mejorar la capacidad de caminar en los pacientes de EAP, el ejercicio supervisado en un gimnasio por lo general no está cubierto por el seguro de salud, y el transporte al centro podría ser un problema para los pacientes. Además, las directrices clínicas actuales señalan que no hay evidencia suficiente para recomendar el ejercicio en cintas para correr en casa a las personas con EAP, así que los médicos no lo recomiendan a sus pacientes.
Según los resultados del nuevo estudio, las directrices de práctica clínica deben aconsejar a los médicos que recomienden un programa de caminatas en casa a los pacientes de EAP que no tengan acceso al ejercicio supervisado, señalaron los autores del estudio en un comunicado de prensa de la revista.
Los "hallazgos tienen implicaciones para un gran número de pacientes de EAP que no pueden o no desean participar en programas supervisados de ejercicio", concluyeron los autores.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Journal of the American Medical Association, news release, July 2, 2013
HealthDay